Voces silenciadas: Recordando a los mártires del periodismo en México
Este "Día de Muertos", nuestras ofrendas brillan en honor a quienes arriesgaron todo por la verdad. Veladoras, flores de cempasúchil y papel picado engalanan los altares, pero esta vez no celebramos el regreso de seres queridos ordinarios, sino de aquellos cuya voz nunca debió apagarse: los periodistas y fotoreporteros asesinados en México. En cada rincón de este país, su ausencia duele. Cada vida truncada por un balazo o una desaparición es una herida abierta en el alma de México.
No basta con recordarlos; es imposible obviar el manto de impunidad que rodea sus muertes. El periodismo, una labor vital para la democracia y la justicia, se ha convertido en una sentencia de muerte en nuestra propia tierra. Son muchos los nombres que hoy se encuentran en nuestros altares, muchos los rostros que nos miran desde las fotografías amarillentas por el tiempo, todos ellos mártires de la libertad de expresión, víctimas de un sistema que se niega a protegerlos. Porque aquí, en nuestro propio suelo, la verdad es peligrosa, y quienes se atreven a buscarla, a documentarla, a compartirla, quedan en la mira de aquellos que se empeñan en esconderla.
¿Y dónde está el Estado? ¿Dónde está la promesa de seguridad para quienes buscan justicia? En cada promesa rota, en cada silencio oficial, en cada expediente archivado, el Estado demuestra su fracaso. Es el gobierno quien, con su inacción y a veces con su agresión, ha abandonado a quienes ejercen este noble oficio, dejándolos a merced de un silencio mortal. Basta de discursos vacíos, basta de impunidad. La seguridad de los periodistas no debería ser un favor, sino una obligación estatal.
Este Día de Muertos recordamos a nuestros periodistas caídos no solo con tristeza, sino con indignación. Su labor, fundamental para que la sociedad conozca, cuestione y entienda, no debe ser sepultada junto con sus cuerpos. Hoy les honramos con memoria, y exigimos justicia. Que este Día de Muertos no solo traiga recuerdos, sino una promesa viva: que su muerte no fue en vano y que no permitiremos que el silencio se imponga sobre la verdad.