Rector Alejandro Zermeño se lava las manos
El rector de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), Alejandro Zermeño, al mero estilo de Poncio Pilato, intenta lavarse las manos y deslindarse de una polémica que le crece como una bola de nieve. La controversia surge de la cuestionada renta de terrenos universitarios en la colonia Lomas Cuarta Sección a la empresa Distribuidora Vem, un acuerdo plagado de dudas, falta de transparencia y, según parece, beneficios desproporcionados para terceros.
¿Donación o venta?
Uno de los puntos más oscuros de este escándalo es el origen del terreno. La UASLP asegura que fue donado por la familia García Navarro, pero hasta ahora no ha presentado prueba alguna que respalde esa versión. ¿Fue una donación genuina o una compra discreta? Lo que sí es claro es que, lejos de destinarse exclusivamente a un complejo deportivo como se había anunciado, el proyecto incluye la construcción de una lujosa plaza comercial denominada “Distrito Santa Fe”.
Según los planos y promociones, apenas un 9.3% del terreno será destinado a instalaciones deportivas —un par de gimnasios y canchas de pádel— mientras que el resto será ocupado por locales comerciales. La pregunta es obligatoria: ¿cómo puede una universidad pública, cuyo fin es el beneficio social y educativo, justificar un acuerdo tan evidentemente ventajoso para una empresa privada?
Un rector evasivo
En un intento por apagar el incendio, Zermeño parece decidido a culpar al exdirector jurídico de la UASLP, Joel González de Anda, sugiriendo que las irregularidades en el contrato son responsabilidad exclusiva de él. Sin embargo, sería ingenuo creer que un acuerdo de esta magnitud pudo haberse firmado sin el conocimiento y la aprobación del rector. ¿De verdad espera que alguien se trague esa narrativa?
En noviembre del año pasado, la universidad firmó en privado un contrato de arrendamiento con Distribuidora Vem por un periodo de 20 años. Lo que llama la atención no es solo la opacidad del proceso, sino el monto de la renta: 287,500 pesos mensuales, lo que equivale a apenas 3.45 millones de pesos al año por un terreno de 46 mil metros cuadrados. Una verdadera ganga, si se compara con el potencial comercial de una zona tan cotizada.
Se acumulan más y más dudas sobre la gestión de Alejandro Zermeño. Si realmente desconocía los detalles del contrato, estaríamos ante un rector incapaz de controlar los asuntos más críticos de la universidad. Pero si, como todo indica, estaba al tanto, ¿qué lo llevó a aprobar una negociación tan lesiva para la institución? Algo muy turbio posiblemente.
La falta de un estudio serio que sustente el valor real del terreno y las condiciones del contrato refleja, como mínimo, una negligencia grave. Zermeño no solo avaló un acuerdo que claramente beneficia más a la empresa privada que a la universidad, sino que además intentó venderlo al Consejo Directivo Universitario como una decisión razonable.
¿Dónde está la transparencia?
La UASLP se enfrenta a una crisis de credibilidad. Como máxima casa de estudios en el estado, tiene la obligación de actuar con total transparencia y rendir cuentas claras a la sociedad. Sin embargo, este caso deja un mal sabor de boca: un rector que prefiere desviar la atención, terrenos universitarios entregados a precio de risa y una comunidad universitaria que exige respuestas, no excusas.
Si Zermeño realmente quiere limpiar su nombre, debe comenzar por abrir los libros, presentar pruebas claras sobre el origen del terreno y explicar, sin rodeos, cómo es que un proyecto deportivo terminó convirtiéndose en un desarrollo comercial. Porque en este caso, lavarse las manos no lo exime de responsabilidad, lo hunde más en la polémica.