La misma clase política solo cambia de partido para agarrar otro puesto
En todo el país, este vicio se repite: la misma clase política mercenaria cambia de partido solo para aferrarse a un nuevo cargo público.
En San Luis Potosí, el fenómeno es aún más evidente. Pasan los años, y los mismos políticos saltan de un puesto a otro, cambiando de partido para seguir viviendo del erario.
El mandatario estatal Ricardo Gallardo, quien tanto critica la llamada “herencia maldita”, tiene en su gabinete a numerosos personajes cuestionados que migraron al Partido Verde o se integraron a su administración: Mario García, exalcalde priista de la capital potosina; Crisógono Sánchez, exalcalde de Tampacán y exdiputado priista; Yolanda Cepeda, exalcaldesa priista de Aquismón; Sonia Mendoza Díaz, ex panista; Jorge Díaz Salinas, ex panista y ex perredista; y Liliana Flores, exdiputada local panista.
Otro caso es el de Arnulfo Urbiola, ex priista y actual alcalde de Rioverde, quien se sumó al Partido Verde junto con Rosa María Huerta, exdiputada local y ex secretaria general del PRI, hoy regidora en ese municipio.
Rebeca Terán, exdiputada federal y local por el PRI, fue incorporada a la administración de David Medina del partido verde en la alcaldía de Ciudad Valles.
Marco Gama Bazarte, exdiputado local y senador panista, dejó el PAN para unirse a Movimiento Ciudadano, donde ahora es dirigente estatal y diputado plurinominal.
El mayor “chapulín” de San Luis Potosí, Óscar Bautista tras haber saltado de diputación en diputación dentro del PRI, terminó en el Partido Verde para asegurarse una diputación federal.
A nivel nacional, la situación no es distinta. Cientos de políticos han abandonado el PRI y el PAN para refugiarse en Morena, en busca de protección, impunidad y otro puesto. Ejemplos sobran: Manuel Espino, expresidente del PAN; Miguel Ángel Yunes Márquez, ex panista; y Alejandro Murat, exgobernador priista de Oaxaca.
La clase política sigue siendo la misma. Solo cambia de color para mantenerse en el poder.