Hospital Central de SLP, vive momento crítico
La situación en el Hospital Central "Dr. Ignacio Morones Prieto" de San Luis Potosí es un retrato alarmante de las profundas fallas estructurales que atraviesan el sistema de salud estatal. Lo que alguna vez fue un símbolo de atención médica en la región, hoy enfrenta una crisis que indigna y preocupa por igual. Medicamentos ausentes, proyectos de ampliación sin rumbo y denuncias por condiciones inseguras en quirófanos son solo algunos de los síntomas de un sistema al borde del colapso. ¿Cómo llegamos hasta aquí? Más importante aún, ¿quién responderá por la salud de miles de potosinos afectados?
El desabasto crónico de medicamentos, una tragedia anunciada desde hace años, se ha convertido en un martirio tanto para los pacientes como para el personal médico. En un panorama donde los medicamentos básicos son un lujo, los familiares de pacientes se ven forzados a buscar tratamientos por cuenta propia, muchas veces a precios inalcanzables. El personal de salud, en ocasiones, ha tenido que asumir el costo de estos insumos, reflejando la gravedad de una crisis que no encuentra solución. Las protestas, asambleas y hasta peticiones en plataformas digitales han sido constantes, pero las respuestas de las autoridades parecen ser meros paliativos a un problema profundamente arraigado.
A pesar de los anuncios oficiales de modernización y ampliación, el proyecto de un nuevo edificio para el hospital se encuentra marcado por la incertidumbre y la desorganización. Lejos de representar una mejora, el déficit presupuestario previo parece haberse exacerbado, con consecuencias palpables en la calidad de los servicios. La falta de un plan integral para optimizar los recursos ha dejado un hospital incapaz de atender la creciente demanda, haciendo evidente que la ampliación no resuelve los problemas estructurales, sino que los agrava.
Por si fuera poco, las denuncias recientes sobre infecciones en quirófanos suman otra capa de preocupación. La integridad sanitaria en áreas críticas, como los quirófanos, debería ser innegociable; sin embargo, los reportes apuntan a fallas graves en supervisión y control. Aunque las autoridades aseguran que se están cumpliendo los estándares de seguridad, el creciente número de infecciones sugiere lo contrario. Este escenario pone en riesgo no solo a los pacientes, sino también a los médicos, quienes enfrentan un entorno laboral cada vez más hostil y riesgoso.
El caso del Hospital Central es un microcosmos de la gestión fragmentada y reactiva del sistema de salud estatal bajo la administración actual. Los avances proclamados se ven opacados por un desabasto crónico, una infraestructura mal planeada y una incapacidad para atender las necesidades básicas de la población. Más que promesas, lo que San Luis Potosí necesita es una estrategia a largo plazo que no solo mejore las condiciones actuales, sino que evite que crisis similares se repitan. La salud es un derecho, no un lujo, y el tiempo para actuar se agota.