Diputados locales de SLP convertidos en empleados del ejecutivo
Tal como se advirtió con la llegada de la actual legislatura, estará completamente sometido a los caprichos e intereses de Gallardo. Es por eso que hoy el Congreso Estatal enfrenta una crisis política alarmante, marcada por su subordinación descarada al mandatario de San Luis Potosí Ricardo Gallardo Cardona. En lugar de ejercer como un contrapeso efectivo al poder Ejecutivo, los diputados han abandonado su papel constitucional para convertirse en meros instrumentos de obediencia. Este sometimiento exhibe una total indiferencia hacia los intereses ciudadanos. ¿Qué motivaciones están detrás a esta traición legislativa? ¿Hasta dónde serán capaces de llegar estos diputados locales?
El Congreso del Estado, que debería ser un bastión de análisis crítico y debate plural, se ha transformado en un espacio vacío de contenido político. Las iniciativas promovidas por Gallardo son aprobadas sin discusión, convirtiendo el proceso legislativo en una formalidad vacía. Este servilismo, más que una señal de unidad, es una declaración de derrota democrática. Los legisladores no solo ignoran las voces de sus distritos; han optado por anularse como agentes políticos autónomos.
Mientras tanto, el contraste con otros estados como Nuevo León es abismal. Allí, el Congreso no teme desafiar al mandatario Samuel García, promoviendo un debate que, aunque imperfecto, fortalece la democracia y resguarda los intereses ciudadanos. En San Luis Potosí, esta postura es inexistente. El Congreso potosino, lejos de ser una arena de confrontación constructiva, es un espacio silenciado. La ciudadanía enfrenta una representación hueca, donde sus supuestos defensores están más preocupados por los favores políticos que por su mandato constitucional.
Es por eso que cuestionamos fuertemente: ¿Por qué los diputados potosinos han renunciado a su deber? ¿Qué papel juega Gallardo en este sometimiento? Más importante aún, ¿qué consecuencias tiene esta ausencia de contrapesos en la calidad de vida de los potosinos? Sin una oposición legislativa sólida, el riesgo de abuso de poder, corrupción y políticas autoritarias se dispara. La opacidad gubernamental se convierte en la norma, mientras que los ciudadanos son los únicos perdedores en este juego político.
San Luis Potosí no merece un Congreso que abdique de sus responsabilidades en favor de intereses particulares. Ricardo Gallardo ha construido una estructura política que no enfrenta resistencia, pero la mayor culpa recae en los diputados, quienes han decidido ser cómplices del desmantelamiento democrático del estado.
La ciudadanía debe exigir un cambio inmediato: representantes que legislen, fiscalicen y prioricen las necesidades de la gente sobre las órdenes de un solo hombre. Sin esto, San Luis Potosí está condenado a ser secuestrado por un poder único, sin frenos ni contrapesos, en detrimento de su futuro.